10 cosas que voy a extrañar de Alemania

GermanyA menos de un mes para regresar a México, me puse a reflexionar acerca de las cosas que me gustan de este país. Después de pasar un año acá, hay una multitud de aspectos a los que le agarré gusto, aprecio y hasta pasión. De las mil cosas que podría contarles, éstas son las 10 que considero más importantes:

1. El alemán

No creo haber escuchado una sola vez, durante mis primeros años aprendiendo el idioma, que alguien dijese que le gustaba el alemán. La verdad es que hasta yo lo odiaba y hasta que comencé esta aventura fue que terminé agarrándole gusto. Ahora me encanta. Es tan difícil y tan tonto pero a la vez tan lógico e infantil.  Es sumamente complejo pero a la vez bonito. Desde combinaciones tan sencillas como Autofahrer (conductor de coche) o  Waschmaschinenwaschwasser (agua para lavar de la máquina para lavar) hasta combinaciones que a primera vista te dan un infarto: Rindfleischetikettierungsüberwachungsaufgabenübertragungsgesetz (Ley sobre la transferencia de las obligaciones de vigilancia del etiquetado de la carne de vacuno y la designación de los bovinos).

Los alemanes esán orgullosos de su idioma. Las películas, los libros y las series llegan al país doblados y aunque la educación es tan buena que a la mayoría se les enseña el inglés, son pocos los que lo usan, aun y eso signifique problemas de comunicación con los extranjeros.

Difícil agarrarle gusto, pero definitivamente una cosa que extrañaré escuchar.

2. La facilidad para viajar

Alemania está ubicada en el ombligo de Europa. Está rodeada por 9 países, de los cuales los turísticos Francia, Bélgica, Holanda, Suiza y Austria forman parte. El país es lo suficientemente grande como para tener una diversidad cultural evidente (principalmente entre el Norte y el Sur) pero justamente pequeño como para recorrerlo de punta a punta en 7 horas. Por otra parte el sistema de transporte es y funciona excelente. Claro que hay retrasos, trenes que no llegan, etc. Eso pasa en todos lados. Pero las conexiones entre todos los sistemas es tan eficiente que para llegar de un lado a otro es posible utilizar muchas formas para moverse.

En México estamos entre dos países, recorrer Norte a Sur nos toma 20 horas y el sistema de transporte se limita a autobuses y aviones. Que conste que no hablo de riqueza cultural o turística, pues allá tenemos de sobra… pero en lo que respecta al transporte, extrañaré lo fácil que es tomarte un fin de semana y conocer otro país y cultura totalmente diferente.

3. La pasión por el fútbol

Los alemanes están locos por el fútbol. Lo digo yo, que desde pequeño he ido al estadio de mi equipo con la barra, que he viajado a otros estadios a mil kilómetros del nuestro, que he conocido a los ídolos de Tigres en persona. En Monterrey hay miles más locos que yo, pero nadie como los alemanes. Aquí el fútbol es bienvenido en todo tipo de conversaciones. Las personas alientan a su equipo local, ya sea esté en Primera o Segunda. Los mejores ambientes en los estadios están en los juegos de Segunda División.

Los mexicanos no nos quedamos atrás. Ganó México y el Ángel de la Independencia fue rodeado por aficionados. Pero los alemanes… los alemanes son otro nivel. Y ahora con su cuarta Copa del Mundo, estoy más que seguro de ello.

Un partido de segunda división del Sankt Pauli

4. La educación y sus ventajas

La educación en Alemania es sumamente diferente a la que estamos acostumbrados. No sólo en el aspecto académico, sino que la Universidad es toda una etapa y un ambiente muy diferente. Comenzando por las mejores Universidades, públicas y  gratuitas. La cuota semestral es menor al precio de una materia en cualquier Universidad privada en México, e incluye beneficios que para nada tenemos allá: se ofrecen residencias con precios de renta subsidiados, incluye un pase semestral para usar el transporte público de la ciudad ilimitadamente (metro, buses, barcos) y te ofrecen también precios subsidiadios en la comida de la MENSA, la cafetería de las Unis. Afortunadamente no se olvidan del compañerismo y la comunidad estudiantil: siempre sobran los eventos, fiestas, festivales, etcétera.

Lo que más me sorprendió y agradó, es que las universidades son espacios abiertos. Cualquier persona puede entrar a los terrenos de la Universidad, sentarse a leer un libro, abrir una cerveza, o lo que sea que quiera hacer. Escuché incluso de alumnos que tomaban cerveza dentro del salón de clases, algo que en México nos tacharía -injustamente- de borrachos, alcohólicos, y con derecho a suspensión. Si tan solo pudiéramos copiar un poquito de la calidad acá no tendría que atenerme a extrañar.

5. Viajar en tren

Es la forma más cómoda para viajar, en serio. Con trenes que viajan a 300 km/h, tienes las ventajas de todos los medios de transporte combinados: la velocidad, la facilidad para hacer paradas donde te plazca, y la comodidad de un asiento para dormir o un pasillo enorme para caminar y estirarte. Claro que esto no es exclusivo de Alemania, pero es el sistema en general el que voy a extrañar y el que desearía tuviéramos, aunque fuese un cachito, en México.

ICE6. Los kebabs

One kebab a day keeps the doctor away. Ah cómo me encanta este platillo turco pero 100% alemán. Es como los tacos en México o las hamburguesas en Estados Unidos. Tiene ese sabor especial que puede cubrirte un hambre de todo el día, o incluso el hambre de cruda *y eso es algo mágico*. Con comidas que van desde los 8 hasta los 15€, encontrar kebabs a menos de 3€ es una bendición para el bolsillo… y para el estómago.

7. La cerveza

Ay cómo me duele… extrañarla, como diría el compa Valentín. No por nada se modificó la frase famosa de Benjamin Franklin y se cambio al vino por la cerveza: «la muestra de que Dios nos ama y nos quiere ver felices».

La cerveza es toda una cultura. Se hacen festivales con motivo de la cerveza. Hay quienes toman cerveza en la comida del trabajo, con sus compañeros de planta, etc. No solamente es una cultura la que la hace especial, sino su sabor y calidad. Pocas cervezas he probado que me han disgustado. De ahí en fuera, hay tanta variedad y estilos, siempre con la mejor calidad y los precios justos. Yo no sé qué voy a hacer cuando vuelva a México y mi familia me vea abriendo una cerveza para desayunar, comer, o cenar.

8. La fiesta Hamburg y Berlín

Diría que voy a extrañar la fiesta pero realmente no en todos lados la hay. Hamburg y Berlín definitivamente son los epicentros de la locura. Especialmente en Hamburg, en donde los mejores clubs y bares están ubicados en la misma calle, haciendo sumamente fácil ir de bar-hopping. Llegué a estar en fiestas tranquilas, en el depa de algún alemán, hasta en noches de locura en las que horas después del amanecer estábamos tomando el tren de regreso a la casa. Tremenda bendición tener transporte público a toda hora. Aquí no se necesitan antialcohólicas y se puede disfrutar de la fiesta sin la preocupación de cómo llegar a casa.

9. Perderme del mundo

Creo que esta es una de las cosas que más logré disfrutar. Esto de estar en otro país totalmente diferente, en donde el idioma y las costumbres no son para nada parecidas a las que hay en casa, hace que el desconectarse resulte sumamente sencillo. Ya sea en el tren, en una fiesta, o en la banca de un parque lleno de alemanes, es fácil apagar el switch del lenguaje y en ese momento todo desaparece y encuentro la concentración que en otros lados no tendría. Se oye todo, pero nada se escucha.

10. Las nuevas amistades

Last but not least -creo que es el punto más importante- extrañaré sin lugar a dudas a las personas que conocí estando acá. Uno piensa que venir a otro país con amigos de la escuela significará pasar la mayor parte del tiempo con ellos, pero ése fue un aspecto en el que me equivoqué. Para empezar, conocí a bastantes personas que estudian en Monterrey y que probablemente en otras circunstancias jamás hubiera tratado, pero por cuestiones del azar o del destino encontré en ellos amistades fuertes y valiosas.

Por otra parte están todos los foráneos, desde aquél que conocí en equis fiesta hasta aquél con el que convivía a diario. Españoles, chilenos, alemanes, colombianos, franceses, italianos. Mi intercambio fue un buffet de compañerismo y de apoyo mutuo, sin olvidar la diversión y las anécdotas que jamás se me borrarán de la sonrisa.

Definitivamente salir de México es abrirse al mundo, dejar los miedos y las inquietudes atrás y permitirle la entrada a nuevas experiencias, lugares y personajes que seguramente recordaré toda la vida. Con ellos estoy y estaré eternamente agradecido.